Ángel y Rosa son los dueños de Lapopie, un estudio de arte floral e interiorismo con sede en la calle María Moliner. Viven junto a su perro Leo en un piso en el centro de Zaragoza que se ha convertido en su mejor carta de presentación: una casa donde conviven la mezcla, el color y las antigüedades restauradas con un sentido del estilo que solo puede surgir de la experiencia y la intuición.
La vivienda, fresca incluso en pleno verano zaragozano, conserva la esencia de las casas de antes, con techos altos, molduras recuperadas y un aire acogedor que se respira desde la entrada. “Cuando la compramos era oscura y compartimentada, con techos bajos y muchas habitaciones pequeñas. La transformamos por completo”, explica Rosa. Hoy, cada estancia es un pequeño universo decorativo con muebles rescatados, papeles pintados atrevidos y rincones llenos de historia y personalidad.
Una de las claves del proyecto fue abrir espacios: tirar tabiques, recuperar alturas originales (más de 3,20 m) y conectar visualmente las zonas de estar. Así, donde antes había dos habitaciones hoy hay un amplio salón-comedor, repleto de piezas únicas como una fresquera convertida en consola, una jaula de loros, tinajas, lámparas de anticuario y objetos restaurados con mimo.
Desde el salón arranca un pasillo verde que estructura el resto de la casa. “No queríamos que diera sensación de tránsito, así que lo vestimos como si fuera una estancia más”, señala Rosa. En ese recorrido se suceden espacios sorprendentes: una habitación de invitados con estética infantil, un dormitorio principal lleno de texturas y un baño con bañera exenta y muebles recuperados. Todo, absolutamente todo, ha sido elegido con una mirada personal y una intención clara: vivir rodeados de lo que aman.
Pero si hay un rincón que define esta casa es la cocina con la terraza. Diseñada alrededor de una alacena amarilla —la primera pieza comprada—, la cocina combina madera, cañizo, papeles geométricos y muebles verdes con alma de campiña francesa. La isla central, deseada desde el principio, articula un espacio que funciona como centro de la vida doméstica. Al fondo, la terraza: exuberante, vivida, llena de vegetación y luz. “Aquí hacemos vida desde la mañana a la noche”, explica Rosa. “En verano, sobre todo, es nuestro segundo salón.”
Lapopie, su nuevo proyecto, nace precisamente de esa pasión compartida por mezclar decoración y arte floral. Y esta casa —atrevida, ecléctica, llena de piezas únicas— es su mejor carta de presentación. Rosa y Ángel nos reciben con las puertas abiertas.
Reportaje original de Nacho Viñau Ena. Fotografía: Nacho Viñau Ena.







Por qué y cómo
¿Por qué nos gusta esta casa…? La Casa Rosa demuestra que el maximalismo bien administrado es una fuente inagotable de belleza y personalidad. El uso de papeles pintados, la iluminación ambiental y la mezcla entre antigüedades y diseño contemporáneo convierten este piso en un escenario emocional lleno de vida. Todo convive con naturalidad: la exuberancia decorativa no pesa, se disfruta.
¿Cómo recrear este estilo…? Elige una paleta rica —con verdes, rojizos, dorados y madera—, combina texturas sin miedo y opta por piezas con alma, como muebles antiguos y cerámicas artesanas. Agrupa los objetos decorativos por escenas para no saturar. En Kave Home y Rue Vintage 74 puedes encontrar mobiliario que dialoga con esta estética, mientras que Zara Home ofrece detalles naturales y textiles en tonos vibrantes.
En sus propias palabras…
- Emocional: “Cada pieza tiene una historia. Si no la tiene, se la inventa.”
- Una cocina que late: “Aquí desayunamos, comemos, leemos, charlamos… Es el corazón de nuestra casa.”
- Contra la rigidez: “Odiamos los muebles hechos a medida. Preferimos recuperar mesas, alacenas, cosas con alma.”
- Refugio verde: “La terraza es nuestro oasis. Sobre todo por la noche, cuando refresca y se llena de magia.”
- Nuestra pasión compartida: “Lapopie nació de la necesidad de mezclar lo que somos. Y esta casa, de contarlo.”