Hay relojes que cuentan el tiempo. Y otros que cuentan la historia de un hombre. En Woodenson Magazine celebramos esos objetos que no solo marcan las horas, sino que quedan impresos en la memoria colectiva. Relojes que han acompañado a iconos del cine dentro y fuera de la pantalla. Estas son sus historias.
Paul Newman y el Rolex Daytona «Exotic Dial»
En los años 70, Paul Newman ya era más que un actor. Era una leyenda con ojos de hielo, voz serena y un aura de hombre que no necesita alzar la voz para llenar una habitación. También era piloto de coches amateur, apasionado del riesgo controlado, del rugido del motor y del silencio del enfoque absoluto antes de una curva.
Fue su esposa, la actriz Joanne Woodward, quien entendió que aquel hombre necesitaba un símbolo a su altura. Le regaló un Rolex Cosmograph Daytona con esfera “exótica”, una variante poco común del cronógrafo deportivo: esfera blanca, subesferas negras, índices cuadrangulares, toques rojos de inspiración art déco. En el reverso, grabó las palabras que sellaban su amor y su preocupación: “Drive Carefully, Me”. Un mensaje íntimo, eterno, que convertía al reloj en un talismán más que en una joya.
Newman no se lo quitó en más de dos décadas. Lo llevó en los circuitos de carreras, en alfombras rojas, en entrevistas y en su vida cotidiana. El reloj, al igual que él, no presumía. Solo estaba. Discreto. Íntegro. Magnético sin pretenderlo.
Ese modelo de esfera, casi ignorado en su momento, comenzó a ganar culto entre los coleccionistas. Tanto que hoy toda una generación de Daytonas con esa configuración lleva su nombre: se les conoce como los “Paul Newman”. Y su propio reloj personal —el original, el del mensaje grabado— fue subastado en 2017 por 17,8 millones de dólares, el precio más alto jamás alcanzado por un Rolex en una puja hasta entonces.
Steve McQueen y el TAG Heuer Monaco
Si Paul Newman era el caballero elegante del cine clásico, Steve McQueen fue el rey del riesgo, el actor que nunca actuaba: simplemente vivía con la cámara encendida. Era piloto, amante del polvo de la carretera, de las persecuciones sin dobles y del silencio contenido. Y cuando le ofrecieron protagonizar Le Mans (1971), McQueen no aceptó un papel: pidió control total sobre cada detalle, desde la indumentaria hasta… el reloj.
Eligió el TAG Heuer Monaco, lanzado apenas dos años antes y aún considerado una rareza. ¿Por qué? Porque rompía todas las reglas: su caja era cuadrada y angular, el dial era azul metálico con contadores blancos, y los pulsadores estaban a la derecha, mientras que la corona —en un gesto casi subversivo— se situaba a la izquierda, recordando que no era un reloj manual: era automático.
McQueen convirtió al Monaco en un emblema. No como pieza de lujo, sino como arma de actitud. Era el reloj de quien corre solo, no para ganar, sino para escapar de lo ordinario. En las escenas clave de la película, ese cuadrado azul brillaba como una firma silenciosa. McQueen no hablaba de él. Lo llevaba. Y bastaba.
Durante años, el modelo cayó en el olvido comercial. Hasta que las fotos, los pósteres y la nostalgia hicieron su trabajo: el Monaco volvió. Hoy es uno de los cronógrafos más codiciados del mundo y símbolo de la masculinidad valiente, seca y sin estridencias.
Ryan Gosling y el TAG Heuer Carrera
Ryan Gosling no necesita hacer ruido; ni con su ropa, ni con sus palabras, ni con sus relojes. Es un actor que ha construido su leyenda a base de miradas largas, silencios estratégicos y estilo sin pretensiones. En una industria que grita, él susurra. Y por eso, cuando en 2021 fue anunciado como embajador global de TAG Heuer, nadie se sorprendió.
Lo que sí llamó la atención fue su elección de modelo: el TAG Heuer Carrera Three Hands. No un cronógrafo deportivo ni una edición limitada plagada de complicaciones. Un reloj limpio, sereno, de tres agujas, esfera plateada, caja pulida y brazalete de acero cepillado. Una reinterpretación moderna de un clásico creado en 1963 para los pilotos de la Carrera Panamericana, pero pensado ahora para hombres que, como Gosling, conducen su vida sin necesidad de exhibirse.
En The Gray Man (2022), el personaje de Gosling —una especie de sombra elegante y letal— luce una versión personalizada del Carrera. Sin logos visibles. Sin alardes. Solo una silueta sutil que habla el lenguaje del control, la precisión y el buen gusto.
Cuando le preguntaron por qué ese modelo y no otro, Gosling respondió: “Lo más difícil es mantener algo simple. Y hacerlo bien.” Así de claro. Así de Gosling.
El Carrera que lleva no es ostentoso. No brilla en exceso. Pero quien lo ve, sabe. Y quien lo lleva, no necesita demostrar nada.
¿Qué reloj contará tu historia?
Un reloj no es solo una herramienta. Es un espejo silencioso del carácter. Algunos lo llevan como adorno. Otros, como armadura. En Woodenson, creemos que hay una pieza para cada hombre. Y que el verdadero estilo no se impone, se hereda.