Pocas casas logran expresar tanto de su propietario sin necesidad de una sola palabra. La de Ander Morales Vicente, ginecólogo turolense afincado en Valencia, lo consigue desde el primer paso. Situada cerca de la estación del Nord, en un edificio protegido de los años 20, esta vivienda es la suma de intuición, memoria y sensibilidad. Una reforma respetuosa, un interiorismo con alma y una narrativa arquitectónica que se escribe a medida que se vive.
Ander, nacido en Gandía y criado en Teruel, llegó a Valencia para estudiar Medicina y nunca se fue. Tras años de trabajo en la ciudad, encontró este piso con techos altos, molduras y suelos de cerámica hidráulica multicolor. No se trata de una casa terminada, sino de un espacio en evolución: “Está en construcción, y creo que lo estará muchos años”, dice. Aquí no hay prisas ni compras por impulso. Cada objeto tiene una historia. Cada pieza, un motivo.
La reforma, obra del estudio de Diego Serrulla, liberó la estructura original para crear una zona de día abierta: entrada, salón, comedor y cocina fluyen con naturalidad. Todo parece sencillo, pero está lleno de capas: una chimenea recuperada de un ático de Barcelona, un alfabeguer valenciano, una lámpara danesa adquirida en subasta…
En cada rincón se mezclan materiales nobles, objetos rescatados, diseño contemporáneo y detalles locales. Hay respeto casi arqueológico por los elementos originales, como las hornacinas que Ander dejó al descubierto. En la cocina, hecha a medida en nogal, se oculta una escultura romana. En el pasillo, una bicicleta cuelga sobre un sofá verde. Nada está de más. Todo responde a un equilibrio natural entre belleza y utilidad.
La zona de noche continúa ese discurso íntimo. El cabecero del dormitorio principal, hecho con puertas antiguas de la casa, es funcional y simbólico. Un vestidor fluye entre habitaciones, acompañando el ritmo vital de su dueño.
Esta no es una casa de revista: es una casa vivida, pensada y sentida. Ander nos recibe con las puertas abiertas.
Reportaje original de Nacho Viñau Ena. Fotografía: Nacho Viñau Ena.








Por qué y cómo
¿Por qué nos gusta esta casa…? Porque nos recuerda que vivir bien no significa tenerlo todo, sino elegir con intención. La casa de Ander es un ejemplo de equilibrio: entre lo antiguo y lo moderno, entre la herencia y el deseo, entre lo funcional y lo simbólico. Cada rincón habla de una vida bien pensada, con respeto por la historia y amor por la belleza.
¿Cómo recrear este estilo…? Apuesta por materiales nobles —como la madera oscura o el mármol—, recupera elementos arquitectónicos originales y elige objetos con relato. Usa iluminación suave y natural, y da protagonismo a las obras de arte o libros que te acompañan. Las hornacinas, chimeneas, y candelabros pueden marcar la diferencia. Tiendas como Vinterior, Kenay Home o anticuarios especializados en piezas rescatadas te ayudarán a encontrar el tono.
En sus propias palabras…
- Felicidad sencilla: “Me gusta sentarme en el sofá, ponerme música y leer. Con eso soy feliz.”
- Valor: “Busco piezas que tengan valor, que sean artesanales. No soy de comprar cosas nuevas.”
- Segundas vidas: “Cuando compré los candelabros de Manises estaban mugrosos, pero después de limpiarlos y darles uso… creo que tienen un valor especial.”
- Memoria viajera: “Cada libro que tengo lo compré en un viaje. En cada uno escribo la fecha y el lugar. Son parte de mi trayectoria vital.”
- Reutilizar con sentido: “No me gusta tirar cosas si pueden tener una segunda vida. Por eso hice el cabecero con puertas de la casa.”