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Nacho Navarro: arte, misterio e historia

Nacho Navarro no necesita presentación para los amantes del misterio, la historia oculta o la televisión alternativa. Comunicador polifacético, director del podcast Abismo, colaborador en Cuarto Milenio y autor de proyectos tan diversos como reconstrucciones forenses o experiencias en el metaverso, su casa es una prolongación coherente de ese universo.

Ubicada en una finca centenaria del casco histórico de Zaragoza, junto a la iglesia de Santa Isabel —muy vinculada a su biografía—, su vivienda es refugio y gabinete. El acceso a la suite pasa por un pasillo que se transforma en galería, en museo íntimo, en espacio lleno de claves. Allí vive desde hace ocho años, tras una reforma en la que priorizó una iluminación escénica, una paleta vibrante y una clara separación entre la zona pública y su santuario privado.

En la zona de día se percibe su necesidad de altura, amplitud y aire. “Necesitaba un espacio brutal”, dice. Y eso es lo que ha conseguido. Libros, cuadros, cráneos, vajillas francesas, reliquias religiosas, bocetos, esculturas, un clavicordio funcional… Todo tiene un significado. Su casa no busca gustar, sino acompañar; no está pensada para ser admirada, sino entendida.

Cada objeto habla de una relación natural —y nada morbosa— con la muerte, el arte y la trascendencia. Hay piezas regaladas por quienes ya no están, libros transformadores, cuadros que lo representan o vajillas rituales. Pero no hay nostalgia, sino convicción, introspección y autenticidad.

La suite, a la que solo unos pocos acceden, es su santuario. Azul profundo, piezas imperiales, armarios panelados, baño italiano… Todo transmite esa mezcla de contención y profundidad que define también su trabajo como divulgador. Nacho nos recibe con las puertas abiertas.

Reportaje original de Nacho Viñau Ena. Fotografía: Nacho Viñau Ena.

El hall da la bienvenida con sobriedad y personalidad. La cómoda de la abuela, restaurada por Nacho, se acompaña de un cuadro de Pascual Blasco: arte aragonés y vínculo emocional.
El hall da la bienvenida con sobriedad y personalidad. La cómoda de la abuela, restaurada por Nacho, se acompaña de un cuadro de Pascual Blasco: arte aragonés y vínculo emocional.
La iluminación escénica convierte el pasillo en un espacio narrativo. En una hornacina azul, un guiño a Matisse y una obra que rompe con lo establecido anuncian el tono de lo que vendrá.
La iluminación escénica convierte el pasillo en un espacio narrativo. En una hornacina azul, un guiño a Matisse y una obra que rompe con lo establecido anuncian el tono de lo que vendrá.
El despacho es un gabinete de maravillas. Calaveras auténticas, libros de arqueología y arte rupestre, cerámica antigua y retratos hiperrealistas componen su rincón favorito.
El despacho es un gabinete de maravillas. Calaveras auténticas, libros de arqueología y arte rupestre, cerámica antigua y retratos hiperrealistas componen su rincón favorito.
El clavicordio —instrumento y altar personal— convive con primeras ediciones, objetos simbólicos y bocetos de artistas como Jorge Gay. La música es aquí un puente hacia la introspección.
El clavicordio —instrumento y altar personal— convive con primeras ediciones, objetos simbólicos y bocetos de artistas como Jorge Gay. La música es aquí un puente hacia la introspección.
Una de sus piezas esenciales: La entrega de las llaves de Granada, un óleo de 1891 atribuido a Luis García Sampedro. “Me acompañará siempre”, dice Nacho.
Una de sus piezas esenciales: La entrega de las llaves de Granada, un óleo de 1891 atribuido a Luis García Sampedro. “Me acompañará siempre”, dice Nacho.
La zona de comedor combina diseño contemporáneo con piezas personales. Sillas amarillas, copas, arte en la pared… todo se conecta con su mirada libre sobre la vida y la muerte.
La zona de comedor combina diseño contemporáneo con piezas personales. Sillas amarillas, copas, arte en la pared… todo se conecta con su mirada libre sobre la vida y la muerte.


Por qué y cómo

¿Por qué nos gusta esta casa…? Porque no responde a modas, sino a una cosmovisión. La vivienda de Nacho Navarro es un lugar que se piensa y se siente a la vez. Su mezcla de piezas con significado profundo, iluminación escénica y disposición emocional construyen un relato único que conecta arte, memoria y misterio. Cada estancia es una experiencia sensorial.

¿Cómo recrear este estilo…? Parte de una paleta intensa —azules profundos, madera oscura, dorados— y prioriza la luz cálida e indirecta. Incorpora elementos simbólicos: retratos, esculturas, libros antiguos, objetos con historia. La clave está en que cada objeto tenga peso y no haya elementos superfluos. Puedes encontrar piezas evocadoras en anticuarios locales y en plataformas como Wallapop o Vinted.

En sus propias palabras…

  • Para mí: “No tengo una casa para que la gente la vea. La tengo para mí. Me importa un pimiento si es bonita o fea para los demás.”
  • Sobre la muerte: “La muerte está muy presente en mi día a día, pero no como una tragedia: como una parte natural de la vida.”
  • Arte esencial: “No entiendo un mundo sin arte, ni sin música. Son lo que nos devuelve a nuestro origen.”
  • Más allá: “Hay que tener una creencia en el más allá. No religiosa necesariamente, pero sí una intuición de que no todo termina aquí.”
  • Valor íntimo: “Cuando pongo la mesa, uso vajilla de Sèvres, de Limoges… No sé si los demás lo valoran, pero yo sí. Y eso basta.”

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