Sí, son absurdamente caras. Sí, las queremos igual. Y no, no pediremos perdón por ello.
1. Mesa Maelle de Joon Loloi: madera francesa, ego elevado
2.100 € en joonloloi.com
Hecha con roble francés recuperado, cada pieza es única. Literalmente. La tuya tendrá su propia raja, su tono exclusivo y probablemente mejor carácter que algunas visitas. Llega en una sola pieza, lo cual se agradece si tu estilo de vida no incluye montar muebles con destornilladores IKEA.
Nota editorial: nuestra obsesión con esta mesa no es racional, pero es que la belleza rara vez lo es.
2. Taburete Eames de Herman Miller: lo de sentarse es lo de menos
1.180 € en hermanmiller.com
¿Es un taburete? ¿Es una escultura? ¿Es el pedestal que tu ego merece? Sea lo que sea, lo firma Herman Miller, y eso significa una cosa: esto está hecho para sobrevivir a tus herederos.
No es práctico, no es cómodo, y no debería importarte. Está ahí para elevar cualquier rincón sin pedir permiso. Y por ese precio, más le vale.
3. Vela Loewe: para que tu salón huela a monasterio caro
245 € en perfumesloewe.com
Las velas están sobrevaloradas. Excepto esta. Todo editor de interiores en 2025 la quiere en casa. Es sexy sin esforzarse, huele a incienso caro y tiene una presencia en mesa que dice sí, me cuido… pero también sé latín. Ideal para lofts neoyorquinos, áticos en Chamberí o, seamos realistas, tu baño si quieres marcar territorio olfativo.
4. Lámpara Buds 2 de Foscarini: la luz de tu vida
1.820 € en lightology.com
Diseñada por Rodolfo Dordoni, esta obra de luz combina vidrio color cipria y una base transparente que atrapa la luz como un buen Chianti. No es una lámpara de mesa. Es una declaración.
Tamaño más grande de lo que parece. Precio más también. Pero cuando la enciendes, todo mejora: tu habitación, tu humor, tu nivel de conversación.
5. Cortina de ducha Autumn Sonata: arte, por fin, en el baño
145 € en autumnsonata.co
¿Cortinas de ducha como piezas de museo? Sí. Esta maravilla mezcla tradición textil, estampados antiguos y diseño atemporal. No promete ser «resistente al moho», ni falta que le hace. Si alguien mira esta cortina y piensa en funcionalidad, no merece usar tu baño.
Es la típica marca que descubres y ya no puedes abandonar. Como ese amigo que sabe de vinos… y no te juzga por beber uno de brick.
¿Son caras? Sí. ¿Lo valen? También.
En Woodenson creemos que hay belleza en lo inútil, en lo simbólico, en aquello que sólo cobra sentido cuando no lo necesitas para vivir, pero sí para sentirte vivo. Y eso, amigos, es lujo.
Conclusión: Culpables, no. Conscientes, sí.
Somos hombres. Hemos nacido en un tiempo donde lo masculino está en revisión. No somos responsables de los errores de otros, pero sí somos responsables de quiénes elegimos ser hoy.
La historia pesa. Pero también inspira. Y es posible que, en lugar de caminar cabizbajos por los errores de ayer, podamos hacerlo erguidos por las posibilidades de mañana.